Biogeografía  
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Un científico no creerá nada hasta que lo vea; un hombre religioso no verá nada hasta que no crea en ello (Charles Lyell)
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Tema 1. Introducción a la biogeografía \ 1.3. Historia de la biogeografía.

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1.3.6. Siglo XIX (continuación).

Augustin Pyrame de Candolle (1778-1841) y su hijo Alphonse Louis Pierre Pyrame de Candolle (1806-1893), destacan entre las personalidades científicas del siglo XIX por sus grandes avances en biogeografía (sobretodo en geobotánica), y por sus aportaciones en otras ciencias como medicina, farmacia, briología, pteridología, micología, paleobotánica y botánica.

Augustin de Candolle publicó con tan sólo 21 años su primera obra, Histoire Plantarum Succulentarum (Historia de las plantas suculentas, 1799), y poco después en 1802, su segunda obra Astragalogía. En 1804 se doctoró en medicina, con una tesis sobre las propiedades medicinales de las plantas. En 1813 editó una de sus obras más importantes Théorie élémentaire de la botanique, en la que resumió los resultados de sus investigaciones botánicas.

En 1824, publicó la primera parte de su sistema taxonómico, con el título de Regni vegetabilis systema naturale (Sistema de la naturaleza del reino vegetal). En esta gran obra clasificó más de 90.000 especies, en un sistema mejor y más moderno que el de Linneo, y aunque no pudo acabarla, tras su muerte, la obra fue finalizada por su hijo, Alphonse Pyrame de Candolle con el nombre de Prodromus systematis naturalis regni vegetabilis (Introducción a la sistemática natural del reino vegetal, 1844-1873). Alphonse Louis Pierre Pyrame de Candolle (1806-1893), no sólo añadió diez volúmenes a los siete que ya había realizado su padre, sino que también amplió la información sobre ecología, evolución y geografía de las plantas que incluía la clasificación. Además, elaboró muchas obras entre las que destacan La phytographie, ou l’art de décrire les végétaux considérés sous différents points de vue (1880), Origines des plantes cultivées (1882, 1883), On the causes which limit vegetable species towards the north, in Europe and similar regions (1859)... y Géographie botanique raisonnée (1856).

En todas estas obras, Augustin de Candolle sienta las bases científicas de la biogeografía y aporta grandes ideas que influenciarán, más tarde, a las nuevas generaciones, como Darwin, que le menciona en su libro del Origen de las Especies. Entre los grandes avances geobotánicos de este autor destacan (Bousquets et al, 2001):

- Publicó en el diccionario de ciencias naturales (Dictionnaire des Sciences Naturelles, Vol. 18, pp: 359-422, 1820) un artículo muy interesante titulado Geografía Botánica en el que explicaba la influencia de los factores propios y externos en la distribución de las plantas (Bousquets et al, 2001). En este artículo Augustin De Candolle afirmaba que “Todas las plantas de una región (...), están en un estado de guerra unas relativamente con  las otras. Todas están dotadas de medios de reproducción y de nutrición más o menos eficaces. Las primeras que se establecen al azar en una determinada localidad tienden, por la misma razón de que ocupan espacio, a excluir a las otras especies, las mayores desterrando a las menores, las más vivaces sustituyendo a aquellas de duración más corta, las más fecundas posesionándose del espacio que podrían ocupar aquellas que se multiplican más difícilmente. En esta lucha perpetua, ocurren dos fenómenos principales: ciertas plantas, por su organización, necesitan de ciertas condiciones de existencia (...) y las condiciones de existencia de cada especie no están rigurosamente fijas, pero admiten una cierta latitud entre los extremos. Para cada especie se podría determinar el punto que mejor conviene a su naturaleza, relativamente a la dosis de calor, de luz, de humedad, etc.” (citado en Bousquets et al, 2001).

- Indicó la existencia de barreras naturales que impiden la distribución y la dispersión de las especies, y señaló la importancia de los factores o medios de transporte, como el agua, el aire, los seres vivos..., que facilitan la dispersión de las plantas.

- Propuso una clasificación sociológica de las plantas y reconoció la importancia de las formaciones vegetales.

- Descubrió, que como afirmaba la ley de Buffon, pocas especies fanerógamas se extienden por todo el globo de manera natural, y que las plantas europeas que los viajeros creían ver en América, eran en realidad distintas.

- Realizó aportes en la clasificación moderna de las plantas, acuñó el término taxonomía (del griego Taxis, clasificación; y Nomos, tratado, conocimiento), consideró como carácter taxonómico fundamental la complejidad del aparato vegetativo y dividió a las plantas en vasculares y celulares.

- Elaboró una clasificación de las regiones botánicas del planeta. Definió estas regiones como: “espacios cualesquiera que, exceptuadas las especies introducidas, ofrecen un cierto número de especies que les son particulares. Las plantas de una región allí se distribuyen, según su naturaleza, en las localidades que les conviene y tienden, con mayor o menor energía, a sobrepasar sus límites y diseminarse en todo el mundo; pero ellas son impedidas en la mayoría por mares o por desiertos, o por cambios de temperatura, o sólo porque encuentran espacios ya ocupados por las plantas de otra región. Por lo tanto hay regiones perfectamente circunscritas y determinadas; hay otras que sólo se pueden apreciar por un cierto conjunto o una cierta masa de vegetales comunes”, y dividió la Tierra en 20 regiones botánicas, aunque después, él y su hijo Alphonse, ampliaron el número de territorios para incluir algunas  islas y archipiélagos con especies endémicas muy características (Bousquets et al, 2001). Además De Candolle introdujo y definió otros conceptos muy importantes como: endemismo, especies esporádicas, hábitat... (Bousquets et al, 2001).

Charles Lyell (1797-1875), no sólo hizo grandes aportes a la geología moderna con la obra, ya mencionada, de Principles of Geology (Principios de geología, 1830 y 1833). Este abogado y geólogo británico, también es muy importante en la historia de la biogeografía, puesto que analizó los factores que influyen en la distribución y creación de los seres vivos para argumentar sus teorías geológicas (Bousquets et al, 2001; Zunino, 2003) y refutó muchas ideas científicas basadas en la biblia como el catastrofismo (que opinaba que la Tierra habría sido modelada por una serie de grandes catástrofes en un tiempo relativamente corto) o el jardín del Edén de Linneo (Bousquets et al, 2001).

Lyell afirmaba que la Tierra se habría formado lentamente a lo largo de extensos períodos de tiempo (muchísimo antes de lo que aseguraba el Génesis) y a partir de las mismas fuerzas físicas que rigen hoy los fenómenos geológicos (uniformismo): erosión, terremotos, volcanes, inundaciones, etc. Opinaba que los cambios que ocurren en la Tierra no llevan ninguna dirección predeterminada, es decir, no implican ninguna progresión, ni tienen ninguna meta.

Estas ideas geológicas, las aplica en un sentido biológico y biogeográfico (concretamente en el capítulo V del volumen II de Principles of Geology), y de forma paralela, asegura que la vida en la Tierra también se habría producido poco a poco, y de manera paulatina a través de períodos sucesivos de extinción y creación de especies (Papavero et al, 1997; Bousquets et al, 2001). Según Lyell, el movimiento aleatorio de los continentes habría originado profundos cambios climáticos, y muchas especies, al no poder emigrar o competir con otros grupos biológicos, se habrían extinguido, y habrían sido sustituidas por otras, creadas mediante leyes naturales, y sin que hubiera una tendencia a la perfección como afirmaba Cuvier y muchos otros científicos. De esta forma, según Charles Lyell existe un ciclo geológico y biológico perpetuo producido por cambios graduales y continuos, y al igual que los relieves se levantan y se erosionan hasta desaparecer, las especies se crean y acaban extinguiéndose (Bousquets et al, 2001).

Además, Lyell pensaba que cada especie se había originado en un único centro de origen (y a partir de una sola pareja o de un individuo asexual), al que llama brith-place (lugar de nacimiento), que determina las adaptaciones de esa especie a los factores ambientales, y a partir del cual cada ser vivo se ha ido desplazando por el territorio motivado por los cambios climáticos y geográficos, y gracias a los mecanismos de dispersión propios y externos (Bousquets et al, 2001; Zunino, 2003).

Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829) fue otro personaje clave en la historia de la biogeografía debido a sus ideas evolucionistas, que a pesar de ser erróneas, influyeron mucho en las teorías de Darwin y Wallace. Este naturalista francés escribió grandes obras botánicas como Flore Française (1778), Estrait de la Flore Française (1792) y Synopsis plantarum in Flora gallica descriptorum (1806), antes de desarrollar su particular teoría de la evolución en su obra, Philosophie zoologique (1809), en donde estableció los postulados del lamarckismo que se fundamentan en tres ideas: el uso y desuso, la generación espontánea y la tendencia a una mayor complejidad.

Pero las dos personas que más influyen en la biogeografía del siglo XIX y principios del siglo XX son Charles Darwin y Alfred Wallace.

Charles Darwin (1809-1882) escribió El origen de las especies en 1859, cuando ya tenía 50 años. A pesar de su gran viaje en el Beagle, que realizó cuando era joven y que le permitió conocer la fauna y la flora de varias partes del mundo, necesitó realizar un gran análisis del medio físico y natural para buscar pruebas que demostrasen su teoría. Para ello, estudió la distribución de los seres vivos y su relación con sus características morfológicas (Pérez, 2005), analizó con mucho detalle la dispersión de los seres vivos y las áreas endémicas (Bousquets et al, 2001), y resaltó el papel de los cambios climáticos (tomando como ejemplo las migraciones provocadas por las glaciaciones del Cuaternario), que según Darwin, son los motores del desplazamiento de los organismos (Zunino, 2003).

Además, en su famosa obra, Darwin comprueba que las plantas y los animales son distintos en las diferentes áreas de la Tierra, como dijo Buffon. Pero asegura que estas diferencias no son producidas sólo por las características ambientales, sino que también son debidas a un proceso de dispersión generado a partir de un “centro singular de supuesta creación”. Es decir, cada especie, según Darwin, procede de un área única, de donde migró después gracias a su poder de dispersión y a sus medios de subsistencia (Zunino, 2003). En palabras de Darwin (1859): “los grandes hechos de la distribución geográfica se explican por la teoría de la migración (generalmente de las formas dominantes de vida) junto con modificación subsecuente y la multiplicación de nuevas formas” (citado por Bousquets et al, 2001).

En la última edición de El Origen de las especies (publicada en 1872) hay dos capítulos dedicados exclusivamente a la distribución geográfica de los seres vivos. En ellos, continúa manteniendo su principal tesis biogeográfica, acorde con su teoría de la descendencia con modificaciones, que se basa en la dispersión de los organismos a través de barreras (y a partir de un centro de origen), el aislamiento y la posterior diferenciación como especie (Bousquets et al, 2001).

Por todo ello, en El origen de las especies (y en el resto de la bibliografía de Darwin, como Descent of Man de 1871), no sólo es importante la biología y la evolución, también tiene una gran base geológica, paleontológica, y por su puesto biogeográfica. Y a pesar de que sus teorías tienen algunas inexactitudes dieron origen a grandes cambios científicos, sociales y filosóficos.

Alfred Russel Wallace (1823-1913) fue un naturalista inglés (aunque nació en Gales) que ideó una teoría de la evolución por selección natural paralela a la de Charles Darwin y que escribió algunas de las obras más importantes de la historia de la zoogeografía. Mientras que para Darwin y Lyell, la biogeografía era un medio o una prueba para explicar sus teorías, en Wallace es al contrario, la biogeografía es el tema principal, y la evolución es una parte que respalda su teoría, junto con la ecología y la geografía (Bousquets et al, 2001; Zunino, 2003).

Wallace fue un gran explorador en su juventud, entre 1848 y 1852, viajó por la región del Amazonas y el río Negro (después relató las experiencias de este viaje en dos libros Palm Trees of the Amazon and Their Uses, 1853; y A Narrative of Travels on the Amazon and Rio Negro, 1853). Poco después, en 1854, inició una exploración de ocho años por el archipiélago Malayo, que dio origen a su libro The Malay Archipelago (1869), uno de los diarios de viajes más populares de la historia. En estos lugares estudia con detenimiento las poblaciones humanas, sus lenguas, su geografía, la distribución de la fauna y la flora, y su posible pasado biológico, y empieza a escribir sobre sus primeras ideas evolucionistas y biogeográficas.

Respecto a sus ideas sobre la evolución de las especies, en febrero de 1858 envió un artículo a Darwin (que se publicó ese mismo año) titulado “On the Tendency of Varieties to Depart Indefinitely From the Original Type” (Sobre la tendencia de las variedades a diferenciarse indefinidamente del tipo original), en el que explicaba por primera vez, su particular teoría de la evolución. Tras la publicación de El origen de las especies en 1859, Wallace escribe varios artículos defendiendo la teoría de Darwin, y varios libros sobre su perspectiva de la selección natural, como El origen de las razas humanas y la antigüedad del hombre deducidas de la teoría de la selección natural (1864), donde explicó su visión de la evolución humana, Contributions to the Theory of Natural Selection (1870) o Darwinism: An Exposition of the Theory of Natural Selection, with Some of Its Applications (1889). Además, en 1886, inició un viaje de diez meses por Estados Unidos en donde estuvo divulgando la teoría de la selección natural (aunque también aprovechó el viaje para estudiar la flora y la fauna norteamericanas, lo que le llevó a publicar más tarde el libro English and American Flowers, 1891).

A nivel zoogeográfico y biogeográfico, Alfred Russal Wallace fue un personaje clave puesto que realizó aportes muy importantes. Fue el precursor de los estudios sobre la vicarianza, estudió las barreras geográficas, analizó el aposematismo (el fenómeno mediante el cual algunos seres vivos presentan rasgos llamativos para alejar y alertar a sus depredadores), estudió los procesos de hibridación de especies (efecto Wallace), fue uno de los primeros científicos que investigó el efecto de la actividad humana en el medio natural (por ejemplo, en su libro Tropical Nature and Other Essays de 1878, advirtió de los peligros de la deforestación y de la erosión del suelo, sobretodo en climas tropicales propensos a lluvias torrenciales), aseguró que el pasado biológico del planeta influía en la distribución actual de las especies, desmintió las teorías de los centros de origen de Linneo y Lyell... (Bousquets et al, 2001).

Wallace fue un autor muy prolífico, y de los 22 libros y al menos 747 artículos que publicó, dedicó aproximadamente un 29% de los textos a la biogeografía y la historia natural (Shermer, 2002). En febrero de 1855, mientras trabajaba en Sarawak (en la isla de Borneo), creó un artículo titulado “On the Law Which has Regulated the Introduction of Species” (Sobre la ley que ha regulado la introducción de nuevas especies), que fue publicado posteriormente en septiembre de 1855 en Annals and Magazine of Natural History. En este texto enumera algunos de los principios de la biogeografía y afirma que “cada especie ha existido coincidiendo en el espacio y en el tiempo con especies estrechamente relacionadas” (Ley de Sarawak).

Después, en 1876, publicó la obra base de la zoogeografía, los dos volúmenes de The Geographical Distribution of Animals (La distribución geográfica de los animales), en los que basándose en la clasificación de Sclater (1858) dividió a la Tierra en una serie de reinos y regiones zoogeográficas (que prácticamente se mantienen en la actualidad), y en la que incluye su famosa “línea de Wallace”, una zona de transición biogeográfica situada entre Malasia, Indonesia y Papúa que separa la fauna y la flora asiática de la australiana u oceánica (Wallace, 1860 y 1876). El libro fue muy reconocido, el propio Darwin afirmó que reforzaba la teoría de la evolución, pero en él, Wallace dio mucho peso a las regiones y las analizó como centros con producciones naturales propias, restando importancia a las cuestiones paleontológicas, además dio poco peso a los endemismos como le criticaron el propio Sclater (1858), Hooker (1844-60), y Pritchard (en Nelson, 1978), y las comparaciones estadísticas de especies y los coeficientes de similitud en los que basó su trabajo no siempre son definitivos y pueden llevar a conclusiones erróneas (como señalan por ejemplo Sánchez, H., O. y G. López., 1988), puesto que realmente son más importantes las relaciones genéticas entre las especies y la evolución paleontológica de los lugares (Bousquets et al, 2001). Más tarde en 1880, publicó la continuación de esta obra, con el título Island Life (Vida en las islas), en donde analizaba el fenómeno de las islas biogeográficas.

Por último, cabe destacar que este gran científico fue un activista y un defensor de los derechos humanos. Se opuso a las ideas del darwinismo social que empezaron a surgir en esa época, fue muy crítico con la religión, apoyó el sufragio femenino, y publicó muchos libros con temas sociales. En su libro The Malay Archipelago criticó duramente el sistema socioeconómico del Reino Unido, en un libro titulado Land Nationalisation; Its Necessity and Its Aims (1882) defendió que la tierra tenía que ser propiedad del estado y que tenía que ser usada para producir el mayor beneficio a el mayor número de personas, y poco antes de morir escribió The Revolt of Democracy (1913) un libro con ideas socialistas (como se aprecia en el capítulo IV. What the workers claim and must have).

 

Finalmente, tras grandes debates científicos, las ideas evolucionistas de Darwin y Wallace fueron aceptadas, a pesar de que las creencias culturales y religiosas, seguían estando muy arraigadas en la ciencia (Papavero et al., 1997), e influyeron en gran medida en toda la biogeografía de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Durante estos años en biogeografía aparecen dos escuelas principales que se mantendrán hasta gran parte del siglo XX:

- Una escuela basada en los centros de origen, llamada tradicional o darwinista, que piensa que las especies se dispersan desde un centro y evolucionan al quedar aisladas. Es la teoría defendida por Darwin, Wallace, Asa Gray...

- Una escuela cladística, llamada la nueva escuela: basada en el análisis, la clasificación y la distribución de especies a través de los cladogramas, y defendida entre otros por Willi Hennig.

La ciencia de la biogeografía se basó en estas tendencias durante mucho tiempo hasta que a mediados del siglo XX comenzaran a surgir nuevos hallazgos y teorías (como el descubrimiento del ADN y las leyes genéticas, la teoría de la tectónica de placas, el desarrollo de técnicas informáticas...) que irán conformando la biogeografía actual.

 

Continúa en la siguiente página con la historia de la biogeografía del siglo XX...

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Alberto Díaz San Andrés (2011-2019), última actualización: febrero de 2019.

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